sábado, 6 de septiembre de 2008

CONOCIENDO AL TÍO JOAQUÍN

Te voy a contar algo que me sucedió hace un tiempo con un hombre mayor, con lo que pretendo hacerte entender que no por ser ciegos tenemos que caminar más despacio (como ya comentamos en alguna entrada anterior), ya que entre el ciego y el guía deben ponerse de acuerdo en ello. También añadir, entre otras cosas, que no debes preocuparte cuando veas a un ciego de que si sabrá dónde está el lugar dónde quiere ir; si le preguntas y te dice dónde va, confía en que sabe ir, y si no fuera así, él te pediría ayuda. Yo sé que este hombre iba con toda la buena intención del mundo, pero en fin…

Era ya de noche, las nueve pasadas. Yo volvía de una clase de piano y puesto que vivo en un pueblo pequeño y con la hora que era, no había mucha gente por la calle, ni tampoco muchos coches. Iba por la última cuesta para llegar a mi casa, solo faltaba cruzar la acera y entrar en mi calle, y como no oí ni vi nada (sí, sí, vi, como veo la luz, miré a ver si veía las luces de algún coche acercarse), pues fui a cruzar. Pero entonces…
-¡No cruces! –alguien habló desde la otra acera.
Al oír esto yo pensé que venía algún coche o algo y yo no me había dado ni cuenta, así que volví a mirar y a escuchar, pero no, la calle estaba bastante silenciosa. Entonces pensé: “Pues será alguna bici o algo”. Esperé otro poco más, y bueno, como seguía sin ver ni oír ningún coche pues seguí con mi intención de cruzar.
-¡Te he dicho que no cruces!
Aquello ya me sorprendía un poco, ¿por qué se suponía que no debía cruzar si no venía nadie y tampoco había obras? Bueno, pues haciéndole caso al hombre me hice un poco para atrás, esperando a que dijera algo más.
-Espera, que ahora voy.
Esperé. Llegó él y me preguntó dónde iba. Yo le contesté que a mi casa, y que tenía que cruzar para llegar, porque a mi casa se iba por ahí. Bueno, él me dijo que sí, que me iba a acompañar. Bueno, me cogí a él, pero como era un hombre ya mayor y que yo no conocía y por lo que veía no tenía ni idea de guiar a un ciego iba con mi bastón para… protegerme de cualquier cosa que se pusiera por delante… y creo que hice muy bien… Cuando llegamos dos minutos más tarde a la acera de enfrente (jaja, vale, exagero, no fueron dos, pero si el triple o más de lo que tú o yo tardamos en cruzar un paso de peatones) me preguntó lo típico de un abuelo cotilla de un pueblo pequeño:
-¿I tu de qui eres? (¿Y tu de quién eres?
Yo le expliqué pero no sé si se enteró mucho la verdad, iba un poco a su bola. También me dijo algo que más de una persona me ha dicho y tampoco acabo de entender por qué lo piensan:
-Tú tranquila que anem asplallet ¿eh? Que el tio Joaquín no te presa. (Tu tranquila que vamos despacio, ¿eh? Que el tío Joaquín no tiene prisa.)
“Usted no, pero yo sí. En fin…”. Siguió preguntándome cosas y con su: Tú tranquila que anem asplallet ¿eh? Que el tio Joaquín no te presa.” Llegamos a la entrada de mi calle. Yo iba un poco, como indicándole y como él también hacía lo que quería, pues al final cogí y me solté. Llegamos a la esquina, donde había un bar. Y al acercarme a la pared, donde estaba la entrada del bar, para seguir todo el edificio hasta llegar a mi portal, él no sé que debió de pensar porque me preguntó.
-¿Vives aquí?
¿Vivir en un bar? Jajaja.
-No, en el número cinc. (No, en el número cinco).
Además, estaba sordo porque me dijo:
-¿Aquí?
-No, en el número cinc.
-¿Aquí?
Ains… Bueno, mientras yo me iba moviendo para mi casa, porque faltaba muy muy poco, así que pensaba: “Mientras este entiende cinco, llego”. Pero a la vez íbamos pasando por otros portales, tiendas, locales… y él me iba preguntando todo el rato:
-¿Aquí?
-No, ¡en el número cinc!
-¿Aquí?
-¡Número cincoooo!
-¡Ay! ¡Esta niña me pone nervioso!
¿Qué te pongo nervioso? ¡Qué desde que te he encontrado hasta mi casa hay tres minutos y ya llevo diez! Bueno, así llegué a mi portal. Toqué, le di las gracias y…
-¿Pero vives aquí?
No podía evitar ya reírme.
-Sí, sí, no se preocupe, es aquí.
Contestaron al timbre y dije que era yo. Mientras él me decía:
-¿Pero seguro que vives aquí?
“A ver, sí, 16 años creo que son suficientes para saber dónde está mi casa… Además, ¿tú crees que si no supiera dónde vivo, saldría por ahí para luego no saber volver?
-Sí, sí, de verdad.
Bueno, se quedó con la duda, porque en ese momento bajó un vecino y le preguntó si yo vivía allí. El vecino le contestó, y con su respuesta ya se quedó tranquilo.
-Bueno, ja saps que el tio Joaquín està ací per al que vulgues ¿eh? Quan tú vulgues anar a algún lloc sols tens que cridar-me i jo et duré. (Bueno, ya sabes que el tío Joaquín está aquí para lo que quieras, ¿eh? Cuando quieras ir a algún sitio solo tienes que llamarme y yo te llevaré).
Subí a mi casa y allí estaban, mi madre y mi hermana riéndose.
-¿Quién era, el tío Joaquín?
-Sí, sí.
Le conté todo.
-Así que ¡ya conoces al tío Joaquín!

Escrito por Lara

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si es que hay gente pa to xd.
Por cierto, que idioma hablabais?
Hay gente que por ser ciegos... te trata como si no supieras la mitad o eres un poco tonto.
A mi me pasó con mi profesor de inglés antes de entrar al cre de sevilla, hasta que me harté de eso...
Con decir que para hacerme un examen esperaba al profesor de apollo... O no me lo hacía, depende. No me mandaba tareas por "ser ciego y no poder hacerlas"...
Pero bueno, gente de ese tipo siempre las va a haver, el desconocimiento de las cosas llevan a actuar de forma... no adecuada, dudo que esa gente actúe así con mala intención, por ejemplo a ese se le explicaron las cosas y cambió su forma de tratarme.

Fal y Kai dijo...

¿No te hacían exámenes ni te ponían deberes? Alaaa, a ver si mis profes aprenden del tuyo!! Xd.
Hablábamos en valenciano, que en mi pueblo lo habla mucha gente.
Yo sé que la gente no lo hace con mala intención, y muchas veces quieren ayudar y no saben cómo, por eso hicimos este blog.

Escrito por Lara

Anónimo dijo...

Jajaja, vaya con el tío Juaquín. Llegó a ser tu y me da un ataque de risa, sobretodo cuando te preguntaba si vivías aquí y tu le contestabas que "en el número 5", jajaj, que bueno. Si, la gente no lo hace con mala intención, pero creo que el tío Juaquín éste estaba un poco payá. En fin... en el fondo está bien que pasen estas cosas, así las cuentas y te ries.
Me acuerdo la primera vez que vi a Lara... una chica de su clase la estaba guiando por el pasillo del instituto. Yo me quedé mirándola pensando: "es ciega?", jaja. Nunca antes había tratado con un ciego, creo que ni si quiera lo había visto. Entonces la chica que la guiaba (que yo la conocía) se me acercó y me dijo que si podía guiarla yo un momento hasta llegar a... uhm, no me acuerdo muy bien, ya que hace casi 5 años. Lara se cogió de mi brazo y yo me puse nerviosa porque no sabía que tenía que hacer, jajaj. Tampoco sabía si debía decirle algo, me sentía rara. Ahora lo pienso y me río. También recuerdo que al principio de nuestra amistad no solía bajar el brazo y caminar con normalidad, estaba tensa. Como han cambiado las cosas desde entonces...

Anónimo dijo...

Ya ves que si han cambiado...